Llevo algunos meses trabajando este tema, investigando por mi misma en mi propio día a día con diferentes combinaciones de alimentos y, sobre todo, buscando y estudiando artículos que relacionen la alimentación y la creatividad.
Hace unos días, mi amigo Jonathan Delgado, promotor de Senssai y director de Coffework, me pidió que le escribiera unas palabras sobre este mismo tema para incluirlas en un libro que está escribiendo sobre Wellness y Emprendimiento: «Nutrición y Alimentacion del Emprendedor» (no sé a ciencia cierta si éste será el título del libro o del capítulo donde incluirá mi opinión sobre alimentación y creatividad). El caso es que tanto a Jonathan como a mí, nos parece buena idea compartir con todos vosotros un extracto de lo que escribí para su libro. A ver qué os parece.
¿Qué relación puede existir entre la alimentación y la creatividad?
Según el diccionario, la creatividad es la capacidad para generar nuevas ideas o conceptos, o nuevas asociaciones entre ideas y conceptos ya conocidos, que suelen producir soluciones originales. Es decir, la creatividad permite crear procedimientos o elementos que desarrollan tareas de forma distinta a la tradicional con el fin de conseguir un objetivo determinado.
La creatividad es, junto con la memoria y la inteligencia, una de las capacidades del cerebro que resultan de la confluencia de diversos factores como la información que llevas inscrita en tus genes, el conocimiento adquirido a lo largo de tu vida, el tipo de alimentación y la influencia cultural de tu entorno.
Tanto si eres un Picasso como si simplemente quieres mejorar tu capacidad de funcionar de manera creativa en el trabajo o en tus estudios, tengas la edad que tengas, los cambios dietéticos que te lleven a una alimentación más saludable serán muy positivos.
¿Qué alimentos son más importantes para estimular la creatividad?
Pues si el cerebro es el motor de nuestra creatividad, la gasolina que le haga funcionar y el aceite con el que lo engrasemos debe ser de la mejor calidad, no crees?
La gasolina del cerebro
Las células cerebrales sólo se alimentan de glucosa, un monosacárido que tu metabolismo es capaz de extraer de los carbohidratos que comes y que puede ser almacenado (hasta un límite) en el hígado y en los músculos a modo de reserva, para cuando le haga falta. Pero el cerebro no tiene esta capacidad de almacenamiento, por lo que necesita un aporte continuo de glucosa a través de sus vasos sanguíneos.
Sin embargo, esto no significa que debas llenar tu estómago de alimentos cargados de azúcar, sino más bien de alimentos ricos en carbohidratos más complejos (cereales integrales, frutas, verduras, legumbres y semillas). Cambiar los cereales refinados por cereales integrales, como la avena, la cebada, el centeno, la quinoa, el trigo sarraceno, el kamut o el arroz integral, también hará que aumentes la ingesta de sustancias antioxidantes.
Cómo engrasar bien tu cerebro
Los aceites y grasas dietéticos son de lo más variopintos. Y lo digo porque hoy en día la industria alimentaria fabrica una cantidad impensable de aceites y grasas muy poco saludables (unas son las llamadas trans; otros son los shortenings), con el objetivo de mejorar las características organolépticas de los alimentos procesados. En otras palabras, para que los encuentres irresistibles y no dejes de comprarlos.
El aceite de mayor calidad para tu cerebro son los aceites esenciales omega-3, que podemos encontrar en el pescado azul (salmón, atún, caballa, etc.) en los frutos secos (nueces, almendras, avellanas, etc.) y en las verduras de hoja verde oscuro (brócoli, espinacas, acelgas, coles de bruselas, etc.).
Las piezas fundamentales de tu cerebro
Sin ellas, tu cerebro-motor no funciona de ninguna manera. Los azúcares simples, las grasas saturadas y los tóxicos en general se eliminan de nuestro cuerpo previo proceso de oxidación. Pero este proceso metabólico conlleva la formación de otros subproductos oxidados altamente nocivos para tu salud. Por ello necesitamos un aporte importante de vitaminas, minerales y antioxidantes.
Las frutas y verduras son ricos en vitaminas, minerales y sustancias antioxidantes. Estimulan la función cerebral, protegen del deterioro cognitivo progresivo, aumentando las probabilidades de que permanezcas creativamente fuerte durante toda tu vida.
Estos nutrientes son además los que dan a las frutas y verduras su color. Poniendo como objetivo una variedad de colores en tu alimentación a lo largo de la semana, incluso del día, aumentas tus posibilidades de satisfacer tus requerimientos nutricionales de estos micronutrientes.
Pequeña producción, alta rentabilidad y mejor calidad
Esto que nos puede sonar a que hemos cambiado de tema es quizá lo que más nos cuesta mantener “en mente” cuando hablamos de creatividad. Se trata de la digestión, un proceso primario del que dependen indudablemente todos los demás procesos de nuestro organismo, incluyendo el de la creatividad.
Nuestro aparato digestivo puede entenderse como otra “máquina” a la que hay que tratar con respeto y cuidado. Debemos evitar digestiones copiosas y pesadas, evitando precisamente alimentos ricos en grasas saturadas, grasas trans, azúcares simples y refinados, harinas efinadas, etc. En cambio, debemos aportar alimentos que enriquezcan y potencien nuestra flora intestinal; hablamos de los prebióticos y los probióticos.
Los «superhéroes»
Al igual que en la ficción los superhéroes son capaces de salvar a los buenos y vencer a los malos, en Nutrición existen alimentos que contienen altas concentraciones de nutrientes específicos a los que algunos llaman (desafortunadamente, en mi opinión) «superalimentos». Suele tratarse de alimentos vegetales que crecen en condiciones extremas. Es por ello que contienen esa alta concentración de nutrientes, en cantidad y en calidad.
Algunos de estos alimentos son capaces de rescatarnos de períodos de gran fatiga física y mental y de tonificar de nuevo nuestra energía. Pero, que quede bien claro, no curan ninguna enfermedad.
Algunos ejemplos son las semillas (quinoa, chia, sésamo, lino,…), los frutos rojos, el cacao (no el chocolate), algunas algas (Chlorella, Lechuga de mar, Aonori verde, Ogonori rojo, …), algunos hongos (Shitake, Maitake, Reishi, …), los brotes y los germinados.
No se trata de que debamos comer estos alimentos a diario si no queremos. Pero como el mundo va tan deprisa –y nosotros con él- un chute extra de nutrientes nos ayudará a superar con éxito los imprevistos del día a día.
A modo de resumen, cambiar los cereales refinados por cereales integrales, como la avena, la cebada, el centeno, la quinoa, el trigo sarraceno, el kamut o el arroz integral, proporciona un aporte saludable de glucosa y también aumenta la ingesta de antioxidantes. Incorporar a tu alimentación, diariamente, frutas y verduras frescas, frutos secos naturales, semillas, pescado y productos lácteos bajos en grasa, ayuda a mantener el constante flujo de energía positiva y creativa en el cerebro.