Es hora de retomar las entradas en nuestro blog que hablen sobre temas propios de la Atención Farmacéutica. Y hemos pensado que podría ser buena idea comenzar por los pies.
Las infecciones en los pies pueden no verse a simple vista, pero pueden ser también muy dolorosas. Por eso, cuanto antes se traten, mejor, especialmente si se padece alguna enfermedad que afecte el sistema inmune, el circulatorio o si se es diabético.
Existe una gran variedad de infecciones que pueden afectar nuestros pies, desde verrugas hasta la infección conocida como “pies de atleta”, pasando también por las onicomicosis (o infecciones fúngicas en las uñas, de las que hablaremos en otra entrada muy pronto).
PIES DE ATLETA
Se trata de una infección bastante común provocada por hongos que médicamente se conoce como tiña podal. Además de en los talones, también puede afectar los dedos de los pies, las palmas de las manos y la zona entre los dedos de las manos. Estos hongos proliferan en áreas cálidas y húmedas y el riesgo de infección aumenta cuando:
- Usamos calzado cerrado, especialmente si es recubierto con plástico.
- Mantenemos nuestros pies húmedos durante largos periodos de tiempo.
- Transpiramos mucho.
- Cuando desarrollamos una pequeña lesión en las uñas o en la piel a su alrededor.
Como cualquier infección, el pie de atleta es contagiosa y puede transmitirse por contacto directo o por contacto con zapatos, calcetines, superficies de piscinas, duchas, moquetas, etc.
Piel roja, picazón, ardor o escozor y ampollas que supuran o forman costra son los síntomas más comunes de esta infección. La piel se agrieta, se descama y se desprende. Si el hongo se disemina hacia las uñas, éstas pueden decolorarse, engrosarse o incluso desprenderse.
Como vemos, estas infecciones pueden ser leves o muy severas, pueden durar poco o mucho tiempo y pueden persistir o recurrir; todo depende de lo temprano que iniciemos el tratamiento.
Las cremas o polvos antimicóticos de venta libre en farmacias pueden ayudar a controlar la infección. Contienen clotrimazol, miconazol o tolnaftato y deben aplicarse según las indicaciones en el prospecto del producto hasta 1-2 semanas después de que la infección haya remitido. Si tras 2-4 semanas de tratamiento, la infección no mejora o reaparece a menudo, es recomendable acudir al médico para acceder a tratamientos más “fuertes” como el ketoconazol y la terbinafina.
Aunque sin duda, lo mejor es prevenir
- Secarse completamente los pies después de bañarse o nadar.
- Usar sandalias o chanclas en los baños y piscinas públicas.
- Cambiarse los calcetines lo más frecuentemente posible para mantener los pies secos.
- Utilizar talcos antimicóticos o de secado para prevenir el pie de atleta si somos susceptibles a este tipo de infección o si frecuentamos lugares donde el hongo que la causa es común (piscinas, baños, etc.).
- Usar calzado que traspire (evitar aquellos con revestimiento de plástico), y cambiar de calzado cada día de manera que éste pueda secarse por completo entre uso y uso.
ALICIA BALDÓ
Farmacéutica y Especialista de Nutrición
REFERENCIAS:
- Elewski BE, Hughey LC, Sobera JO, Hay R. Fungal diseases. In: Bolognia JL, Jorizzo JL, Schaffer JV, eds. Dermatology. 3rd ed. Philadelphia, Pa.: Elsevier Saunders; 2012:chap 77.
- Habif TP. Clinical Dermatology: A Color Guide to Diagnosis and Therapy. 5th ed. Philadelphia, Pa.: Elsevier Mosby; 2009:chap 13.
- Pie de atleta. Articulo accesible online en http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/000875.htm (MedlinePlus).
- Feet First. Articulo online accesible online en http://www.pharmaceutical-journal.com/news-and-analysis/news/feet-first/11015754.article (The Pharmaceutical Journal).